La obtención de la sangre es una práctica rutinaria que, bien hecha, es una herramienta esencial en el diagnóstico de enfermedades y un gran indicador del estado general de la mascota.
Elección de la vena
En perros y gatos se extrae sangre de la vena yugular, la vena cefálica y, con menor frecuencia, de la vena safena. La elección de la vena depende de diversos factores del animal y del propio veterinario. De esta manera, la extracción en vena yugular puede resultar más cómoda, rápida y segura por su acceso sencillo y mejor contención del animal, una gran ventaja, sobre todo en gatos. Por el contrario, la vena safena es más incómoda porque es más móvil.
Extracción de sangre
Para extraer sangre de la vena yugular se coloca al animal en decúbito esternal con el cuello estirado y ligeramente girado hacia el lado contrario de la vena yugular que se decida puncionar. Es muy importante utilizar un brazo para inmovilizar la cabeza y el otro para rodear al animal por delante del pecho, y así bloquear posibles movimientos de las extremidades anteriores. Tras contener al animal, se hace una compresión manual en la zona inferior del cuello hasta palpar la vena. Se rocía el área con alcohol para visualizar mejor la vena y desinfectar la zona. Tras palpar la vena, se introduce la aguja acoplada a la jeringuilla siempre con el bisel orientado hacia arriba.
Para extraer sangre de la vena cefálica se posiciona al animal en decúbito esternal, se coloca un compresor por encima del codo, se extiende la pata hacía adelante, se desinfecta la zona con alcohol, se palpa la vena y se inmoviliza con un dedo. Con la otra mano se introduce la aguja con el bisel hacia arriba y en un ángulo de 45º.
En el caso de la vena safena se coloca al animal en decúbito lateral. Una vez tumbado se sujetan las patas delantera y trasera, que quedan apoyadas sobre la mesa para impedir que este se incorpore, y se coloca el compresor por encima de la rodilla. Los siguientes pasos son iguales que los descritos para la vena cefálica.
Tras la extracción
Una vez extraída la sangre, se quita el compresor o la compresión manual al mismo tiempo que se retira la aguja y se presiona sobre el lugar de punción con una gasa o algodón para evitar hematomas y asegurarse de que el animal no sigue sangrando.
En el cuadro se resumen los principales pasos que hay que seguir en la extracción de la sangre.
Almacenamiento
Por último, se deben rellenar los tubos con la sangre. En este punto, es imprescindible respetar un orden determinado para evitar las contaminaciones. Comenzando siempre con los tubos para hemocultivos y después con tubos sin anticoagulantes; para finalizar con los tubos con anticoagulante, como se resume en el cuadro inferior.
Puntos importantes y posibles problemas
En la tabla se resumen los puntos más importantes de la extracción y conservación de la sangre para su procesado posterior. En verde aparecen aquellos aspectos que consiguen que la toma de muestra y posterior análisis sean correctos; en rojo, algunos de los problemas más frecuentes.
Conclusiones
Dentro de la medicina veterinaria, la extracción de sangre es una práctica rutinaria, pero no por ello hay que dejar de hacerla correctamente, ya que, bien hecha, es una herramienta esencial en el diagnóstico de enfermedades y un gran indicador del estado general del animal.
La extracción correcta de la sangre incluye la preparación previa del material y un adecuado manejo del paciente durante la toma de la muestra y cuando se retira la aguja, además de seguir el orden correcto rellenando los tubos.
Tras la extracción, es imprescindible homogeneizar los tubos que lo requieren y mantener verticalmente aquellos en los que se tiene que producir la coagulación. Además, la conservación adecuada de las muestras que no se procesan inmediatamente es fundamental para la obtención de resultados laboratoriales fiables.
Extraído de Irene Aguilar García, Miriam López González, Nélida Fernández Pato. Protocolo de extracción sanguínea: material, manejo del animal y pautas a seguir. Ateuves 84, págs. 14-18.