Cómo alimentar a un gato geriátrico

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En la vejez las necesidades nutricionales cambian y se han de adaptar a la situación clínica de cada paciente para asegurar una condición corporal óptima que favorezca su calidad y esperanza de vida.

Evaluación de la condición corporal

La American Animal Hospital Association (AAHA) ha desarrollado unas guías que nos sirven como herramienta para ayudarnos a determinar la condición corporal de nuestros pacientes asignándoles una puntuación (PCC). Esta valoración deberá formar parte siempre del protocolo de exploración en consulta, ya que una PCC anormal es un factor de riesgo en todos los pacientes. Estas tablas se pueden encontrar en la web de la WSAVA (The World Small Animal Veterinary Association) y nos ayudan, durante el examen físico de nuestro paciente, a calcular la puntuación de la condi­ción corporal (PCC o CC) mediante una escala de 9 puntos, donde 5 corresponde a una con­dición corporal óptima, por debajo de 5 indica peso insuficiente o delgadez y una puntuación superior a 5 sobrepeso u obesidad. Existen otras tablas, más sencillas de utilizar, en las que se puntúa sobre 5. En ellas CC3 equivale a peso óptimo y CC5 a sobrepeso.

A través de este sistema interpretamos los datos obtenidos de la palpación y la exploración visual del paciente, asignándole una puntuación como se explica en la tabla.

Cuantificar las kilocalorías que consume

Es importante acostumbrar al propietario de un gato de edad avanzada a saber la canti­dad de alimento que consume, ya que será de gran ayuda para poder hacer modificaciones en su dieta con el fin de conservar una buena condición corporal y una nutrición adecuada que favorezca su calidad y esperanza de vida durante muchos años.

Para ello, deberá pesar la ración diaria cada mañana. En casas con varios gatos puede ser más difícil, aun así, debe contabilizarse, aunque sea de forma aproximada. De este modo con­trolamos lo que come el paciente y podremos identificar rápidamente una disminución del apetito en él y, por tanto, posibles patologías presentes que de otro modo son difíciles de ver de forma temprana.

En la consulta, tras la valoración de la condi­ción corporal, se realizarán las siguientes modi­ficaciones:

  • Si está por debajo del peso óptimo, aumenta­mos un 10-20 % la ración actual.
  • Si está en peso óptimo (CC3), mantenemos la ración actual.
  • Si está por encima, es decir tiene sobrepeso, consideraremos la instauración de un plan de adelgazamiento. El sobrepeso en pacientes geriátricos es muy perjudicial para las articu­laciones.

El control de peso de los pacientes geriátricos es importante y podemos hacerlo fácilmente sin que el gato venga a la consulta, vía email o telefónica, pidiendo al propietario que le pese en casa.

La elección del alimento

Deberemos decidir, tras la valoración nutricio­nal, si el paciente necesita una dieta sénior, es decir, una destinada a un gato en edad avan­zada, o un cambio de dieta que se adapte a su situación actual. Estos son algunos ejemplos:

  • Si tiene una PCC por debajo del óptimo, cam­biaremos a una dieta más energética que la actual, sin necesidad de que coma más canti­dad, que a veces es difícil de conseguir, sobre todo en gatos con poco apetito.
  • Si presenta pérdida de masa muscular, dare­mos una dieta con mayor aporte de proteína que la actual, que no necesariamente será para gato sénior.
  • Si tiene sobrepeso, una dieta de adelgaza­miento sería la adecuada. Una vez llegado al peso óptimo, podemos considerar un cambio a una dieta sénior.
  • Por otra parte, si se identifica una patología, es posible que el veterinario prescriba una dieta terapéutica para esa enfermedad en concreto.

El método de administración

El método de administración del alimento tam­bién debe adaptarse al paciente, ya que la restric­ción de acceso al alimento no estará recomendada en los pacientes con una PCC insuficiente o con atrofia muscular, en los que estará indicada una alimentación ad libitum. En cambio, usaremos otros métodos para el control del consumo volun­tario en pacientes con tendencia al sobrepeso, como los comederos interactivos. Estos comede­ros fomentan su actividad y son capaces de redu­cir el consumo de alimento de forma voluntaria, reduciendo además la ansiedad que supone en el animal el racionamiento de la comida, sin olvidar los perjuicios sobre su salud urinaria, ya que esta forma de alimentarse (muchas comidas pequeñas a lo largo de las 24 h) les mantiene la orina ácida (poca alcalinización posprandial) lo cual les pro­tege de la formación de estruvita.

En cambio, racionar la comida en 2 o 3 tomas a lo largo del día, hace que la orina se alcalinice mucho tras las comidas aumentado el riesgo de que se forme estruvita.

Extraído de Emily Badaraco, La nutrición del gato geriátrico. Ateuves 80, págs. 12-16.

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